Los gases contaminantes que contiene el aire pueden ser generados a través de un proceso natural o bien por efecto de la actividad humana. Son precisamente los relacionados con el factor humano los que más nos interesan y sobre todo los procedentes de la combustión.
La mayoría de las emisiones antropogénicas de hidrocarburos vienen dadas por movimientos que implican al petróleo, ya sea el refino, el transporte del carburante, y la incineración de los productos originados.
Una de las fuentes más contaminantes es la relacionada con producción de los aerosoles secundarios que provienen de sustancias nocivas de gases primarios. Otras, aunque con mucha menor repercusión, serían las relacionadas con la combustión de materias provenientes de focos fijos y dinámicos, y en relación con ellas, las pérdidas que se producen en los procesos fabriles y las resultantes de la incineración de residuos.
Los lanzamientos inmediatos de dióxido de azufre a la atmósfera son originados principalmente por actividades humanas y son responsables de la generación de la lluvia ácida. Se producen por la combustión de carbón, fuelóleo o minerales sulfurados en focos móviles o fijos (industriales o urbanos), y entre los más comunes se encuentran las calefacciones de carbón.
Cabe destacar también que la combustión es una de las fuentes más habituales de óxidos de nitrógeno que se originan al reaccionar -a elevada temperatura- el nitrógeno y el oxígeno del aire, lo que provoca NO (más del 90%) y NO2. También podemos encontrar residuos tóxicos vertidos a la atmósfera en ciertos procesos manufactureros de la industria petroquímica, como la fabricación de ácido nítrico.
Principalmente el monóxido de carbono se genera en la quema parcial de combustibles fósiles en focos inmóviles (calefacciones, industrias) o en movimiento (vehículos). Además pueden ser producidos en diversos procesos industriales y durante la quema de basuras.
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